CARTA A LA ARCHIDIÓCESIS DE MADRID
Tras ser nombrado por el Papa Francisco Arzobispo de Madrid
Agradezco al Santo Padre, el Papa Francisco, la misión que me encomienda como Sucesor de Pedro, en la Archidiócesis de Madrid. Querido Sr. Cardenal, Don Antonio María Rouco, desde hace muchos años, siendo ambos jóvenes, S.E.R. como profesor y yo como alumno, nos conocemos. Guardo un recuerdo, agradecimiento y afecto sincero de aquellos años que marcaron mi vida para siempre en Salamanca. Gracias. Queridos hermanos Obispos Auxiliares, D. Fidel, D. César y D. Juan Antonio, desde estos momentos, gracias por vuestra acogida y ayuda. Quiero tener un recuerdo especial por el Obispo Auxiliar Emérito de Madrid D. Alberto. Gracias, hermanos.
Queridos hermanos sacerdotes, seminaristas, religiosos, religiosas, miembros de institutos seculares y sociedades de vida apostólica, queridos laicos, hermanos y hermanas:
Desde el momento que he sabido que el Santo Padre, el Papa Francisco, me enviaba a la Archidiócesis de Madrid, he tenido la percepción de que el Señor se acercaba una vez más a mi vida para decirme como a los apóstoles: “¡Animo! ¡No temas! ¡Sígueme!” Porque es cierto que cuando te llaman a comenzar otra tarea surgen los miedos. ¡Qué fácil es olvidar que la vida a la que el Señor nos ha llamado es para la misión, para “su misión”! Al hacerse público hoy el nombramiento, doy gracias a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo por la misión que me regala de ser vuestro padre y pastor. Pido al Señor, que me dé la gracia de poner mi vida al servicio de todos vosotros, sé que mi vida no es para mí, sino para vosotros. Recibidla con mis pobrezas, pero con la seguridad de que la gastaré junto a vosotros y con vosotros para anunciar a Jesucristo y hacerle creíble. Deseo ser coherente con el lema episcopal que elegí el día que me nombraron Obispo: “Por Cristo, con Él y en Él”. Como los primeros cristianos deseo vivir junto a vosotros la valentía apostólica que viene dada por el Espíritu Santo: anunciar a Cristo, llevar hacia delante la Iglesia, hacer perceptible la maternidad fructífera de la Iglesia será mi pasión. Quiero y deseo acercaros la Palabra de Jesús que va al corazón porque es palabra de amor, es bella, lleva amor y nos hace amar.