"Arraigados en Cristo anunciamos el evangelio"
Pentecostés, 12 de junio de 2011
Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
La celebración de la Solemnidad de Pentecostés nos pone de nuevo ante la vista la misión que el Señor resucitado da a los apóstoles y, en ellos, a toda la Iglesia. El Beato Juan Pablo II nos lo recordó claramente en la exhortación apostólica sobre los fieles cristianos laicos: «Los fieles laicos, precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen la vocación y misión de ser anunciadores del evangelio» (ChL 33). Este anuncio hunde sus raíces en la experiencia del encuentro con Cristo, pues es a Él en persona a quien transmitimos y no nuestras ideas o juicios de valor. Damos testimonio de su presencia real y viva en medio de este mundo. Quien le halla, vive plenamente.
La celebración de este día está marcada por la inmediata preparación para la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Madrid del 16 al 21 de Agosto próximo. Será una ocasión única para que cientos de miles de jóvenes puedan conocer a Cristo y arraigar su vida más profundamente en Él. Con esta carta quiero exhortar a todos los seglares a participar vivamente en la Jornada y su preparación.
Las Jornadas Mundiales de la Juventud tienen una clara semejanza con lo ocurrido en Jerusalén el día de Pentecostés. Son un acontecimiento de gracia, en el que toda la Iglesia se reúne con María en oración para acoger el Don del Espíritu Santo que nos da el Señor Resucitado. Durante esos días una gran multitud de jóvenes se reunirán para recibir el don que renueva la fe y que arraigará su vida más fuertemente en Cristo. Por medio de las catequesis y celebraciones litúrgicas y con la ayuda de los distintos actos culturales que constituyes el Festival de la Juventud, los jóvenes podrán admirar la grandeza de la vida cristiana y la belleza de vivir en la Iglesia, Cuerpo de Cristo. Atendiendo a las catequesis de cientos de obispos de todo el mundo, sucesores de aquellos primeros Apóstoles, los jóvenes dispondrán su corazón a la acogida y al encuentro con el Señor. Del Santo Padre Benedicto XVI, sucesor del Apóstol san Pedro, escucharán, como cuantos se congregaron ante el Cenáculo, el anuncio siempre fresco de la Resurrección de Aquel que nos ha amado hasta el extremo y la invitación a convertir a Él su vida, renegando del pecado y de todo lo que nos ata. Pensemos en tantas personas que esos días acogerán el Espíritu Santo a través del sacramento de la Reconciliación en la Fiesta del Perdón, accediendo a la misericordia y recibiendo de Cristo el don del consuelo; tantas personas que participarán del sacrificio Eucarístico y comerán el Pan de Vida Eterna.
Podemos estar seguros de que durante esos días el Señor hará que se cumplan de nuevo las palabras del profeta: «derramaré mi Espíritu sobre toda carne» (Jl 3,1) citadas por San Pedro en el discurso del día de Pentecostés (Hch 2,17). Los jóvenes son la esperanza de la Iglesia y del mundo. Es de vital importancia que puedan conocer el testimonio de la resurrección. Cristo vive y es posible echar raíces en Él. En medio de la fragmentación cultural que vivimos, Cristo es la verdadera Roca sobre la que pueden afianzar su vida y edificarla armónicamente. Hoy los jóvenes son ya apóstoles de Cristo y han de hundir sus raíces en Él para que puedan alcanzar las fuentes de donde brota el Agua Viva. Ellos serán los encargados de trasmitir el tesoro del Evangelio a las siguientes generaciones.
Para la organización de esta Jornada es fundamental la colaboración de todos los fieles. Son ya muchos los seglares, que acompañados de sus sacerdotes, se están entregando de manera abnegada a la preparación de este acontecimiento. Pero todos están llamados a participar según sus posibilidades: como voluntarios en las distintas tareas; como familias que acojan con hospitalidad cristiana a los jóvenes peregrinos. También pueden hacerlo orando, uniéndose a la súplica de toda la Iglesia por el fruto de esos días; colaborando con su generosa contribución a que muchos jóvenes puedan venir a la Jornada. Son muy diversas las formas de colaboración, pero nadie puede quedar ocioso, pues todas las manos son necesarias en la viña del Señor. Esta es una acción en la que debe implicarse toda la Iglesia diocesana. En este día en que se celebra el Día del Apostolado Seglar y la Acción Católica quiero llamar especialmente a ello a todas las asociaciones de apostolado seglar, movimientos y grupos organizados. Que nadie se considere excluido de esta participación.
Ahora es momento de que todos entremos en el cenáculo y nos reunamos en comunión con María, Nuestra Señora de la Almudena, para recibir nuevamente el Espíritu Santo. Así, arraigados y edificados en Cristo, tendremos la fuerza para anunciar el evangelio a todos los hombres con la misma certeza con la que el Apóstol San Pedro lo hizo la mañana de Pentecostés.
Con mi afecto y bendición
+Antonio Mª Rouco Varela
Cardenal-Arzobispo de Madrid
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Acción Católica General de Madrid. Noticias del Sector de Adultos y de la Iglesia.
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martes, 24 de mayo de 2011
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