Cuando trabaja más cerca y tenía oportunidad de pasar por el Consejo Diocesano más a menudo, una de las cosas que más me gustaba hacer, era leer las cartas que las Señoras de la Acción Católica mandaron durante y después de la Guerra Civil al Consejo, contando los sucesos en sus Centros.
Son cartas, con esa letra tan bonita que tenían las pocas mujeres que sabían escribir en aquella época, en las que relataban las penurias de una persecución a los católicos. Hablaban de amigas muertas o desplazadas (como llaman los finos de la ONU de la gente que huye de horror de la guerra), de los sacerdotes asesinados, de los maridos, de los hijos...
Hoy me he acordado de todo esto leyendo un artículo en infocatolica.com, el título es "Egipto: la Iglesia mártir vivirá para siempre". El comienzo del artículo no deja dudas sobre lo que pasa en ese país, sobre lo que pasa en muchos países del mundo.
“La Iglesia débil morirá, la Iglesia mártir vivirá para siempre”. De eso está convencido Youannes Samir. No es un cristiano cualquiera, es un sacerdote católico de Egipto. Acompaña un grupo de jóvenes cuya principal preocupación no es elegir una sede para su retiro o su peregrinación anual, sino estar preparados para morir por Cristo y por la verdad. Y no tienen miedo. Saben que ofrecerán su vida de un momento a otro, es sólo cuestión de tiempo."
Habla la entrevista de cómo están dispuestos a morir, de que no tienen miedo. "Antes la persecución era sutil, ahora es muy clara. La Iglesia copta es la única que tiene un calendario de sus mártires, por lo tanto nosotros no tenemos miedo a la muerte. Si nosotros salimos a las calles para pedir nuestros derechos y somos asesinados, martirizados, eso no nos produce terror. Al contrario, eso nos motiva más a exigir lo que nos corresponde. Como sacerdote estoy seguro que vamos a obtener nuestros derechos, de una u otra manera los lograremos."
También habla de cómo en Occidente vemos todo lo que está pasando en estos países. "Demasiado 'buenísimo' en Occidente hace mal y destruye. Porque es verdad que, siendo cristianos, debemos amar y comprender al otro, pero debemos ser también la voz que grita en el desierto. Jesús era así, si veía una cosa incorrecta la decía, aunque le costase la vida. Eso hacemos nosotros hoy en Egipto. "
Salvando las distancias todo esto me hace recordar a aquellas niñas en la JMJ rezando ante la intolerancia atea. Muchos nos lo hubiéramos pensado antes de enfrentarnos a esos marxistas (no es un insulto es la realidad, llevaban la bandera de la URSS).
Para terminar una reflexión un poco 'peregrina', cuando se nos ofrece alguna tarea en la Asociación siempre pensamos el tiempo que nos quitará en nuestras cosas. En algunos países dar ese paso no solo te quita tiempo sino que puede quitarte la vida.
(Ante la violenca, el corazón y la mano abierta)
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Acción Católica General de Madrid. Noticias del Sector de Adultos y de la Iglesia.
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martes, 22 de noviembre de 2011
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