domingo, 20 de abril de 2014

El Señor ha resucitado

Cristo ha resucitado. Esto es lo fundamental de nuestra Fe, sin esta resurrección sólo seríamos millones de personas con buenos sentimientos y un ideal de vida modélico, pero nada más, seguiríamos bajo el yugo de la muerte. Cristo ha resucitado y por eso estamos alegres, porque sabemos que nosotros también tenemos la oportunidad de vencer a la muerte, si nos mantenemos fieles a Él.

Queremos empezar esta Pascua con las palabras que Mons. Carlos Escribano ha escrito con este motivo.




Cristo ha resucitado. ¡Aleluya! La Vigilia Pascual, la celebración más grande del año cristiano, nos presenta el misterio de la Resurrección del Señor. La expresividad de la liturgia de la noche pascual se prolonga durante toda la Octava de Pascua como un momento de gracia insospechado: la impronta de la bendición del fuego y la luz que mana del Cirio Pascual e inunda nuestros templos parroquiales venciendo las tinieblas del sepulcro; la fecunda escucha de la Palabra de Dios que narra la redención de la humanidad en el discurrir de la historia de la Salvación; el agua que mana de la fuente bautismal y fecunda la vida de la Iglesia y de los cristianos…. todo nos habla de Él y de su triunfo sobre la muerte. “La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo” nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica (nº 683). “Si Cristo no resucitó vana es nuestra fe” argumenta San Pablo.

La fuerza de la Resurrección marca a la Iglesia naciente desde el principio. La fe en Jesús empieza a descubrirse como fe en la Resurrección. Para el creyente de entonces, como para el de ahora, la Resurrección es el dato culminante de su fe en Cristo; por la resurrección se confirman todas las promesas del Antiguo Testamento. El Señor ha sido fiel a su amor y se ha dado sin límites, con sobreabundancia. Por la Resurrección se confirma la divinidad del Mesías: verdadero Dios y verdadero hombre. La Resurrección nos enseña la verdad íntima acerca de Dios (Dios es amor) y acerca de la salvación humana. Cristo en su misterio pascual lleva a su plenitud la revelación de Dios.

Creer vivamente en la resurrección del Señor para vivir una nueva vida llena de esperanza, de fortaleza, de amor. Resucitar con Cristo será no vivir más en el pecado; será participar con Cristo en el misterio de la cruz y la salvación de los hombres; será vivir esta vida como peregrinos hacia la posesión eterna de Dios. El cristiano está llamado a “con-resucitar” con Cristo y a “buscar las cosas de arriba”. Él es una criatura nueva, lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado y su vida está escondida con Cristo en Dios. La vivencia Pascual debe mover nuestros corazones a encontrarnos con el Resucitado y a ponernos en disposición de recibir el Espíritu Santo que el envía. Es la invitación del Papa Francisco en la Evangelii Gaudium: “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor »” (EvG 2). Y esa alegría brota de la Resurrección.

Ese encuentro nos anima a convertirnos en testigos del Resucitado y a sentirnos protagonistas de la misión; así nos lo recordaba el Papa a los Obispos españoles en nuestra reciente Visita Ad Limina, cuando nos animaba a reconocer el hecho de que “nos encontramos en un estado de misión permanente”. Debemos ponernos en camino: nuestra fe en la Resurrección de Jesús nos mueve encontrarnos con Él, a fortalecer nuestra fe y a anunciarlos a los demás.

¡Feliz Pascua de Resurrección a todos!

+ Carlos Escribano Subías,
Obispo de Teruel y de Albarracín 

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