martes, 10 de abril de 2012

Los fieles católicos debemos estar al lado de Mons. Reig Pla

Queríamos escribir defendiendo a Mons. Reig Pla, ante las injurias recibidas. Pero hemos leido este artículo de Luis Fernando Pérez Bustamante y hemos creido mejor reproducirlo íntegro, porque es lo que nosotros pensamos.

La España no católica, y parte de la católica que vive en la tibieza que el Señor denuncia en el libro del Apocalipsis, está convulsionada por la homilía que el obispo de Alcalá de Henares, Mons. Reig Pla, predicó el Viernes Santo. El hecho de que la ceremonia fuera retransmitida por la televisión pública nacional ha implicado una repercusión mediática mucho mayor. Pero aun así, sospecho que la polémica habría estado igualmente servida. Como suele pasar en estos casos, de la homilía se toman solo aquellas partes que se consideran más conflictivas.

Los medios no reflejan el hecho de que don Juan Antonio, el día anterior, el Jueves Santo, pronunciara otra homilía en la que presentó a Jesucristo como el Sol de Justicia que “nos da una luz que nunca se acabará. Y es un fuego de amor tan intenso, que su combustión, cuando llega a nosotros, produce el cambio de vida y el cambio de nuestro corazón“. Esas palabras no interesan a los que solo buscan un motivo para atacar a un buen obispo, que sabe decir las cosas claras sin preocuparse por un mundano “qué dirán".

Don Juan Antonio habló de las consecuencias del pecado. El mismo afecta a la salud espiritual personal y a las relaciones entre las personas, tanto dentro de la familia como en la sociedad. Esto tampoco aparece en los medios:

“Nuestro corazón está insatisfecho por nuestros pecados… Pecados que están en nuestro interior y nadie conoce. Tu soberbia, tu avaricia, tu codicia, tu envidia, tu rumoración continua. Aquellas cosas que hacen imposible la convivencia de unos con otros. Personas que conocemos todos y están atrapadas por el alcohol. Otros que han caído en la trampa de la droga”
Esa homilía va dentro de los cauces que puede aceptar ese sector de la sociedad que ha apostatado de la fe en la que fue bautizada. Ahora bien, un buen obispo no puede por menos que señalar la gravedad de la inmoralidad sexual. Sobre todo si lo hace en el contexto de otras ofensas a la santidad de Dios. Es decir, no se trata de una obsesión por los pecados que se cometen de cintura para abajo, aunque se llevan a cabo por el desorden del corazón y la mente. Pero a los enemigos de la luz, a los que viven en las tinieblas, les molesta especialmente que un pastor de la Iglesia hable de los pecados relacionados con el sexto mandamiento del Decálogo. Mons. Reig Pla advierte también de la situación de aquellos que tienen “un amor tan desordenado que no saben ya lo que es amar, los que van a la prostitución… las mismas prostitutas“.

No quedó ahí la cosa. Don Juan Antonio siguió siendo claro: “Pretendemos ser libres, y lo profesamos todos los días, pero estamos encadenados por nuestros vicios. Estamos encadenados por aquello que nos rodea, por la publicidad constante que nos acosa, por el consumismo que está intentado penetrar hasta la raíz de nuestra alma“, llegó a decir. Pero eso, señores, tampoco interesa.

Mons. Reig Pla nos recordó que Jesucristo, el Justo, “ha tomado nuestra carne. Él viene a caminar con nosotros. Él ha pasado por todas las pruebas de sufrimiento que podemos pasar nosotros, incluso las extremas. Semejante en todo a nosotros menos en el pecado“. ¿Y si ese mismo Sol de Justicia se hiciera cargo de ti y viniera a solucionarte todos tus problemas?, preguntó el obispo. “Pues esta es la santidad del Jueves Santo“, respondió. “El rostro del Jueves Santo es que Dios ha venido a arrodillarse a los pies de los hombres. Esto es asombroso. Esa combustión de amor que es la Santísima Trinidad se ha manifestado en Jesucristo, el Hijo del Padre, que viene a mostrar el verdadero rostro de Dios… Él viene a hacerse cargo de todo el sufrimiento humano“. Pero, nuevamente, esas frases no ocupan los titulares de prensa, no abren teladiarios, no son objeto de críticas feroces en tertulias radiofónicas.

Tampoco nos hablarán las agencias de prensa de estas palabras del obispo de la diócesis alcalaína:
“Es Dios quien abre los cielos… Es él quien viene a darnos la mano para que podamos alcanzar por pura gracia suya lo que es la exigencia de nuestro corazón… Él nos ha comprado al precio de su sangre. Él ha pagado altísimo para que no se pierda ninguno de nosotros”
Ni de estas:
“No hay salvación, queridos hermanos, si no hay cambio del corazón, si no entra ahí abundante la explosión de amor que es el cuerpo y la sangre del Señor… es la sangre de Cristo la que viene a purificar nuestro corazón… viene a regalarnos un corazón nuevo para que podamos amar, para que nos dejemos amar, para que dejemos de ser egoístas, para que dejemos de ser adúlteros, mentirosos, ladrones. Para que podamos vivir según la dignidad de los hijos de Dios…Solos no podemos… Aquí hay un misterio de gracia, que viene con la Encarnación del Señor… Y para que a nadie le falte el equipaje necesario para la eternidad, el Señor nos ha dejado el memorial de su pasión, muerte y resurrección, que es la Eucaristía. Este es el tesoro más grande que tiene la Iglesia.”
En fin, ¿para qué decir más? Quienes hemos recibido la gracia de vivir la fe católica, de tal manera que la misma modela nuestra identidad como personas, comprendemos rápidamente que estamos a un pastor conforme al corazón del Señor, que sabe dar a su pueblo palabras de vida, de sabiduría y de exhortación apostólica.

En la homilía del Sábado Santo, el prelado retomó de nuevo las ideas ya predicadas dos días antes. Pide a los fieles que respondan como Abraham, desde la fe. Y retoma la imagen del éxodo del pueblo elegido al partir de Egipto -eso hacemos en el bautismo- hacia la Tierra Prometida:
“También nosotros, queridos hermanos, somos invitados esta noche a salir de la esclavitud de Egipto. Nosotros debemos iniciar nuesta vocación como hijos de Dios purificando el corazón de nuestros pecados, saliendo de todas nuestras esclavitudes… Fuimos invitados por el Señor a salir del pecado para adentrarnos en el desierto, donde se escucha la voz de los profetas. Esa voz que enamora el corazón".
El obispo exhorta a todos:
“Queridas familias de España, volved el corazón al Señor. Queridos pueblos de España, querida Europa, vuelve a tus raíces cristianas. Si no, no podrás subsistir… España no saldrá de su crisis si no escucha la voz del Señor. Nuestras familias no serán fuertes si no escuchan la voz del Señor. Nuestra vida sucumbirá si no escuchamos la voz del Señor, que nos dice: `volved´".
Y:
“Dios te habla a través de los acontencimientos de tu vida… Jesucristo ha venido a hacerse cargo de nosotros para hacer una alianza nueva y eterna, definitiva… Él ha destruido la muerte, ha resucitado y esta es la gran noticia de esta noche…. No está todo perdido. Es posible ser librados de la muerte. La final y la que produce en nuestro propio corazón nuestros vicios y pecados. Que el Señor lo quiere y está llamando insistentemente a tu puerta para que le abras, a la puerta de todos los pueblos, a la puerta de España y de Europa, para que escuchando la voz del Señor seamos librados de la muerte, seamos arrancados de los brazos del abismo".
Y:
“La muerte ha sido vencida, queridos hermanos. Tu muerte. Y ya todo es posible… Cristo nos regala la verdadera justicia, que es ser rescatados de la muerte… No des por clausurada, querido hermano, ninguna situación. Ábrela al principio de la esperanza. Todo es posible. Es posible la paz social. Es posible la justicia en España. Es posible rehacer los matrimonios. Es posible reconstruir las familias. Es posible reconstruir nuestro pueblo. Es posible reconstruir tu vida, para que camines en el descanso de Dios, para que te puedas abandonar en Aquél que ha venido y te ha amado hasta el extremo…
¿Y bien? ¿algo que objetar? ¿algo que reprochar a este hombre de Dios? Pura doctrina católica. Os ruego que escuchéis enteras las homilías de Mons. Reig Pla en el Triduo Pascual.
Entonces, ¿qué es lo que ha escandalizado tanto a aquellos que ignoran voluntariamente las enseñanza de la Iglesia? ¿Cuáles son las palabras del obispo de Alcalá que ha indignado a los profetas del paganismo reinante y sus seguidores? Las dijo en la homilía del Viernes Santo. Tras hablar de la malicia del pecado, “que destruye al hombre y a la mujer” y que es “verdaderamente una ingratitud ante el amor más hermoso, una verdadera injusticia, pues hemos pagado el bien que Dios nos ha hecho, llevándole a la Cruz“, ha puesto algunas ejemplos:
“Una persona en su trabajo, casada, conoce a otra mujer que no es la suya. Y con el tiempo y la convivencia se le despierta en el corazón la atracción por esa mujer. O al revés. Una mujer en su trabajo… Es un engaño, porque no es su mujer ni es su marido. Es una injusticia, porque ha prometido fidelidad a su mujer o a su marido. Pero es que le destruye. Destruye el matrimonio y a su propia persona. Y si se tienen hijos, es un sufrimiento enorme para ellos”
Otro ejemplo:
“Pongamos una mujercita, o una mujer, está embarazada y lleva una preocupación enorme, por las razones que sean… y es seducida y es tentada. Y cuando va a abortar a una clínica, sale destruida, porque ha destruido una vida inocente y se ha destruido a sí misma. Años y años, mujeres que han ido a abortar llevan el sufrimiento en su corazón… porque el pecado siempre lleva como paga la destrucción de la persona".
¿Creen ustedes que el obispo no tiene eso que se llama “sensibilidad social”? Pues miren el tercer ejemplo:
“Ahora hay muchos empresarios que llegan al final de mes y no pueden pagar la nómina. Y estamos preocupados todos por esta situación. Una cosa es no poder pagar la nómina de sus trabajadores y otra cosa sería aprovecharse de sus trabajadores. La tentación de la codicia, la avaricia de los bienes, puede llevar a abusar del salario de los trabajadores, que no solo merecen el sustento de ellos sino también de su propia familia”
El prelado siguió hablando de la realidad que conocemos todos:
“Es verdad que hay situaciones que son difíciles. Cuántas personas conozco yo que han sido arrastradas al vicio y al pecado por una situación de precariedad. Mujeres que por el engaño de sus jefes, les han dado favores sexuales para permanecer en el empleo o para subir más arriba… Jovencitos que los ves con sus bolsas de plástico, viernes y sábado por la noche, cargados de botellas de alcohol, piensan que van a descubrir el paraíso. Entre los sitios que yo he visitado en España, incluso he visto una discoteca que se llama `Dulce Pecado´. Pasaba muchas veces en las mañanas de los domingos. Si hubiesis visto como salían… eran cadáveres ambulantes, muchachos destrozados, cargados de alcohol y de droga. No es dulce el pecado…”
Habló también de los sacerdotes que llevan una doble vida, que se corrompen a sí mismos y dañan a la Iglesia. Pero, como bien dijo con Juan Antonio:
“Más que la malicia del pecado, más que la potencia destructora del pecado, es la gracia regeneradora de Jesucristo… No hay nada imposible para Dios y no hay nada que esté al margen, queridos hermanos, de su misericordia… Jesucristo es quien ha cargado con tus pecados y con los míos.”
Y justo entonces pronunció las palabras que han causado tanto escándalo:
“No se pueden corromper las personas. Ni siquiera con mensajes falsos. Quisiera decir una palabra a aquellas personas llevadas por tantas ideologías que acaban por no orientar bien lo que es la sexualidad humana. Piensan ya desde niño que tienen atracción hacia las personas de su mismo sexo y, a veces, para comprobarlo se corrompen y se prostituyen o van a clubes de hombres nocturnos. Os aseguro que encuentran el infierno".
“¡Oh, rayos y centellas!", claman los profetas de la perversión, los adalides de la degeneración. “¿Cómo se atreve un obispo a decir eso? ¿No se da cuenta de que está faltando a la dignidad de los homosexuales?", vociferan los que pisotean la sangre de Cristo tras haber recibido y desechado el don gratuito de la salvación.

Pues bien, yo ruego e imploro al Señor para que nos envíe a muchos obispos como Mons. Reig Pla. Necesitamos pastores que hablen claro, que no tengan miedo a ser rechazados como le ocurrió al Señor Jesucristo y a su predecesor. Los mismos que hoy piden la cabeza de don Juan Antonio, pedirían la cabeza de San Juan el Bautista. Los que hoy, incluso desde cátedras episcopales, pretendan desautorizar al obispo de Alcalá son los mismos que en su día quisieron acallar a nuestro Señor y dijeron que “nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca” (Jn 11,50). A esos que creen que a la Iglesia le conviene la crucifixión mediática de un buen obispo y no que toda ella sufra el oprobio de una sociedad que se niega a escuchar el mensaje de la salvación, solo les puedo decir que ellos son los mismos que en su día dijeron “crucifícale, crucifícale“.

No hay nadie que pueda apagar el fuego de una predicación ungida por el Espíritu Santo. Nada ni nadie puede acallar la voz de quien habla la verdad, de quien muestra el verdadero rostro del pecado y ofrece la salvación por gracia en Jesucristo. Hay sacerdotes y pastores que en su larga vida han sido, son y serán incapaces de predicar algo lejanamente parecido a lo que ha predicado Mons. Reig Pla en esta Semana Santa. Pues bien, si no pueden, no saben o no quieren predicar así, al menos que no se unan al coro de quienes buscan destruir la credibilidad de ese hombre de Dios.
Acabo este post con las últimas palabas del obispo en la homilía del Viernes Santo:
“Una vez que le hayáis pedido al Señor por todas las cosas, tendréis que venir a abrazar la Cruz. Yo os invito a que lo hagáis sin miedo. Abrazad la Cruz. Este es el signo de la salvación. Abrazar la Cruz signifia: `Señor, no puedo decírtelo de otra manera. Símplemente con un beso. Beso la Cruz. Beso mi cruz. Dame fuerzas para que continue viviendo como hijo de Dios´… por la Cruz, a la redención. La redención nos abre las puertas del cielo. Que así sea, queridos hermanos, para todos vosotros".
Amén.

Artículo de Luis Fernando Pérez Bustamante para Infocatólica

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