Siempre me ha impresionado la imagen del SEPULCRO DE CRISTO ABIERTO. La piedra corrida es para mí signo vigoroso de libertad. Tres días estuvo aprisionado en el seno de la tierra Cristo, el Dios- hombre que pasó junto a nosotros predicando la libertad, y liberando a tantos esclavos del alma y del cuerpo.
Cuando ves que se deja rodar la piedra sobre la entrada del sepulcro, y se sella oficialmente la entrada, un escalofrío de indignidad te corre por el alma, y te hace gritar: ¡¿Cómo es posible?! La libertad encerrada, la verdad callada, el bien escondido entre rincones rocosos. Es verdad que José de Arimatea hizo una obra de caridad prestando su sepulcro nuevo, pero los que sellaron la entrada y pusieron guardia demostraron un miedo terrible a la verdad, un horror a la vida limpia que habla de amor y de entrega. Había que asegurar bien todas las rendijas para que no se escapara nada del Espíritu de aquel Hombre que quería cambiar las cosas.
Pero estamos en Pascua. Han saltado los cerrojos, se han corridos las piedras, Cristo ha resucitado, los hombre podemos vivir de verdad y en la verdad, y esa es nuestra mayor gloria. Estamos en la cultura de la libertad. Esta feliz expresión de Juan Pablo II, el gran hombre de nuestra época que ha creído como nadie en que la cultura nos libera, las acaba de recordar en una memorable conferencia pronunciada por el Cardenal de Madrid, Mons. Rouco Varela. No sería posible comentar aquí pormenorizadamente sus ideas por la extensión y profundidad. Pero sí queremos recoger alguna de sus afiladas ideas.
La libertad es un reto y una tarea para la Iglesia. Sumergidos en el mundo del desarrollo global, de la conquista del espacio, y de la irrupción de la biotecnología, no tienen, sin embargo, pan suficiente ni escuela adecuada para sus hijos tantos padres que no pueden sentir como urgencia primaria la libertad, sino la justicia y la supervivencia. La justicia ha de ir gestándose en la libertad. En nuestro tiempo se han ido derribando muchas barreras que aprisionaban a los hombres. Se puede decir que estamos en el tiempo de la libertad. Pero muchos no saben ser libres, o no pueden ser libres.
Los obispos europeos han sido convocados varias veces por el Papa para que estudien el modo cómo la Iglesia puede colaborar en la libertad de nuestros pueblos. Últimamente hemos visto, nos dice el Sr. Cardenal de Madrid, hasta qué punto eran ilusorias y superficiales ciertas perspectivas de libertad que ya parecían reconquistadas. Y que es urgente para el mundo de hoy, y en concreto para Europa, una fuerte inyección de esperanza de hondas raíces humanas y religiosas.
Nos asiste el derecho a la libertad religiosa y de expresión. No podemos hacer dejación de esta justa propiedad que a veces se nos pretende robar reduciendo nuestra actividad a ámbitos escondidos, como nuevos sepulcros sellados. Parece que hay miedo a que se diga la verdad. Y hay una prepotencia en muchos dirigentes políticos y sociales que se consideran los dueños del mundo.
"La doctrina católica, expresada por la suprema autoridad magisterial de la Iglesia sostiene que este derecho está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se conoce por la palabra de Dios revelada y por la misma razón". Son palabras del Concilio Vaticano II.
Vivir la Pascua pienso que debe ser la oportunidad seriamente aprovechada para decidirnos a ser libres, defender la Verdad, romper amarras y guiar mar adentro, como Cristo dijo a los Apóstoles, y el Papa nos acaba de recordar a todos. En las profundidades del mar se encierran las cosas bellas y valiosas, y no podemos quedarnos en la orilla con mentalidad de fracasados e impotentes. Se ha abierto la puerta del Santo Sepulcro, y se deben abrir las puertas de todos los sepulcros. Tú y yo nos debemos decidir a ser libres y defender la libertad que Cristo nos ha ganado con su entrega. Quise que este espacio mío se titulara LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES, porque son palabras del Señor. Es cierto, la auténtica VERDAD NOS HARÁ LOS HOMBRES MAS LIBRES DEL MUNDO. Vamos a intentarlo, viviendo la Pascua con gozo, esperanza y responsabilidad.
Artículo escrito por Juan García Inza en www.mercaba.org
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